14 nov 2016

Proyecto de Zona Verde Pública - Mantenimiento (IX) - Consideración final

Continuando la serie sobre el Proyecto de Zona Verde Pública en la fase del Diseño global y las partes constituyentes del Proyecto, vamos a terminar de tratar el Mantenimiento indicando unas consideraciones finales a todo lo tratado hasta el momento.



Antes de cerrar este tema desearíamos incluir unas reflexiones sobre lo que hemos venido hablando.

Hasta aquí hemos tenido al mantenimiento como un factor limitante del diseño, y en cierta medida así es. No podemos dejar de lado lo costoso que resulta y lo poco dispuestos que están los políticos y las autoridades de la Administración a invertir en ello el dinero necesario, y de aquí la obligación de proyectar con economía de mantenimiento.

Pero me gustaría invertir los términos y no considerar el mantenimiento como un factor limitante. Admitirlo sólo como condicionante. Darle entrada en el proceso de diseño - que tontería, ya la tiene - y participación, es decir ponerle en el lado positivo. Algo así como unirse al enemigo si no lo puedes vencer, como reza un refrán español.

¿Es esta una postura conformista?

Nada de eso: todo lo contrario; es obrar inteligentemente. Vamos a desarrollar esta idea recordando mucho de lo dicho hasta ahora:

En el proceso de diseño, como en todos los procesos, intervienen multitud de factores y causas, que de alguna forma tienen que ver con el resultado que se ofrece. El producto final es en definitiva el resultado de todas esas acciones materializadas en un diseño.

La idea surge de un pensamiento teórico y se modela por todas esas influencias, que están ahí presentes; para verlas no hay más que analizarlo con ojo crítico y saldrán todas ellas.

Cada influencia participa con una cierta intensidad.

Si la realización ha sido buena y el diseño funciona correctamente, todas esas influencias conviven bien en su interior, sin agresiones mutuas, porque la carga o participación de cada una de ellas es adecuada a la intención del diseño y la proporción está equilibrada: cada uno coopera en la medida y con la fuerza que se necesita y todos son necesarios, y por tanto positivos a la idea del diseño.

Quien determina la cooperación de los distintos factores es el autor de la idea del diseño, el cual, con su experiencia, fija las proporciones y límites a no rebasar, de manera que, como decíamos al comienzo, encaje de manera razonable en el planteamiento crítico de la situación.

Algunos factores intervendrán como consecuencia de la idea del diseño (donde el usuario siempre será uno de ellos ya que para él, en general, se diseña) y estos arrastrarán o pondrán en escena a otros, que se encargarán de labores secundarias o de corregir las secuelas negativas de los primeros. Entre estos se encuentra el mantenimiento.


Pues bien, sólo se admitirá el mantenimiento como factor positivo cuando su presencia o carga sea la lógica y razonable en consonancia con la idea de diseño y en el planteamiento crítico de la situación, es decir cuando su colaboración sea la justa y necesaria, que es tanto como decir cuando el mantenimiento coopere como un factor más a la idea del diseño y por tanto se haya convertido en un factor positivo.

Solo cuando esto ocurra y cuando la cooperación de este factor sea razonable, es decir no sea excesiva y acarree demasiados costes (siempre en relación con los restantes beneficios del objeto diseñado), habremos alcanzado el diseño ajustado; sólo bajo este punto de vista, ya que pueden no lograrse los objetivos restantes y el diseño ser, por otras causas, un fracaso.

Después de esto es obligado concluir fijando la importancia que se debe conceder al mantenimiento en el diseño:

A nuestro modo de ver hay que darle la importancia que tiene, la necesaria, pero no tanta que enturbie o rebaje la idea base del diseño, si esta merece la pena; es una evaluación del proyectista, como todas las demás.

Además, nunca debe considerarse en primer lugar, es decir el proyectista en su tarea creativa no debe sentirse coartado por el factor mantenimiento ni renunciar a una buena idea a priori. Debe exponerla y después valorarla, y si realmente es buena y encaja en el planteamiento critico de la situación - frase que hemos repetido muchas veces y que es tanto como decir: tener los pies en el suelo - tendrá que trabajarla todo lo que sea necesario para ajustarla a esta situación.


Casi siempre las buenas ideas pueden hacerse mucho más económicas y baratas de mantener si se les trabaja adecuadamente sin que por ello no pierdan nada que sea significativo de su esencia artística y funcional; es más, muchas ideas ganan si son bien trabajadas en este sentido, ya que al fruto de la misma se une un encaje económico y razonable que da mucho más valor a la misma.

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